La que usaba lentes y uñas de colores y vivía una vida perdida pero donde se encontraba siendo ella misma. Sin miedo al que dirán, según el antojo del día y con mucho de que arrepentirse pero con más perdón para si misma que lo que se permite perdonarse la de hoy en día.
La que no buscaba ser perfecta sino ser feliz. De cabello corto y negro, con delineador y labios rojos, morados o fucsias. Sin duda alguna resaltaba donde sea, no habia forma de que pasara desapercibida. Con actitud despreocupada, simpática y confiada. No tenía nada que temer, en realidad, no tenía nada que perder.
Aquella niña que hoy a penas recuerdo, si, la recuerdo con nostalgia pero pensándolo bien, tampoco es que me haga falta pues vive dentro de mi, ella y sus enseñanzas. De tantos errores cometidos por su rebeldía la Emely de hoy en día es una persona más fuerte, llena de cosas que dar al mundo.
Me siento orgullosa de aquella y me siento orgullosa de mi. Fui quien tuve que ser para ser quien soy hoy y seguro la Emely de hoy le enseñará mucho a la del mañana.
Cada una a su tiempo, da lo mejor que puede dar y es lo mejor que puede ser.
Asi que serena.
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