La mayoría del tiempo nos pasamos la vida lamentándonos por sucesos que de alguna manera u otra cambiaron todo nuestro existir. Malgastamos lágrimas, pensamientos, sentimientos, con hechos que quizás en el momento resultan más grandes de lo que son. Esto siempre sigue sucendiendo hasta que nos toca enfrentar una barrera más fuerte.
Que mal que para dejar de sentir un dolor, necesitemos de otro que nos demuestre que estuvimos simplemente exagerando las situaciones. Por estar preocupándonos por cosas tan poco valiosas descuidamos lo que verdaderamente importa. ¿Qué no conseguimos un trabajo?, ¿Qué no nos salio como queríamos?, ¿Qué se perdió el amor? Estas cosas resultan tan insignificantes cuando nos tocan por donde más nos duele, los que realmente son, nuestros seres queridos.
Al encontrarme ante tan terrible situación, me doy cuenta que he desperdiciado tanto tiempo sufriendo por cosas que no merecen tanta preocupación. Se me han escapado tantos hermosos momentos porque las lágrimas en los ojos, no me dejaban mirarlos. Y es triste cuando nos damos cuenta que en realidad se ha desperdiciado la vida sufriendo por algo que se marchó a pesar de que existen tantas razones por las que debemos disfrutar y tantas personas para compartirlas. ¿Será que no te has dado cuenta que la vida es solo una?
¿Y cuándo esas personas ya no estén? ¿Qué nos quedará? Observa tu alrededor, es hora de abrir los ojos. Hay un sin número de personas especiales esperando que te des cuenta. Personas que siempre están ahí para hacerte feliz, mientras tu has estado malgastando cada momento convirtiéndolos en lamentos, y a pesar de esto, ellos están contigo para que te puedas desahogar. Deja de estar sufriendo por cosas que para ti, quizás sean problemas, pero en realidad no lo son. Pues sabemos que es un problema cuando existe solución. Si la hay, resuélvelo, sino simplemente di adiós. Despídete de tus pesares y aprovecha todo lo que Dios te puso en tu alrededor.
No esperes el último instante para darte cuenta cuanto vale lo que tienes en frente. Las personas que se han ido simplemente no te merecen. Si crees que has perdido oportunidades, es porque no te convenían, con el tiempo te darás cuenta que Dios multiplica lo que te quita. No esperes que venga un dolor más grande para entender tu error, no esperes que la vida se te pase, intentando cambiar, lo que ya sucedió.
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