Llegaste como luz
iluminando cada espacio
me miraste, sonreíste
Dijiste hola, ¿qué tal?
y sin saberlo
te llevaste mis suspiros
me viste sonrojar.
Volviste a sonreír,
preguntaste mi nombre
me tenías,
lo sabías,
Emely, a fuerzas dije
pues los nervios no me dejaban ni hablar.
Lindo nombre, respondiste,
tomaste mi mano
Misael, encantado,
conocerte es un placer.
y me ofreciste caminar juntos
no me pude resistir.
me sentía en el aire
pues era como volar.
A pesar de que no te conocía
sabía que ibas a ser algo más.
¿Qué hace tu ternura caminando por estos rumbos?
No te supe contestar.
En algún momento me habré descarrilado, supongo.
Sentías el dolor de lo que acababa de pronunciar.
¿Crees en el destino?, preguntaste.
Solo creo en Dios, en nada más.
No estás descarrilada, sólo estas por otra ruta,
estos son mis rieles,
Dios te ha desviado para podernos encontrar.
Estaba sorprendida
todo sonaba tan perfecto
empecé a desear
que ese instante fuera eterno.
En ese momento se separaban nuestras vías,
debíamos continuar,
cada quien por su camino,
cada quien a su lugar.
Te miré fijamente,
no me quería alejar,
la despedida fue intensa,
más difícil de lo que pude imaginar.
Había encontrado mi ruta
sabes dónde buscarme, dijiste.
Cuando te pierdas,
vuelve a este lugar,
no te prometo regresarte a tu sendero,
pero podemos perdernos juntos en la eternidad.
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