En esta noche que no puede ser más profunda
la luna me acompaña en mi inmensa confusión
con este corazón repleto de infinidades de dudas
vivo en la pena de no saber que es lo mejor.
De quizás entender que es eso que conviene
mas no saber luchar contra el deseo del corazón
de que mi mente me indique el camino correcto
y mi alma se niegue a cambiar de opinión.
Es que esta terquedad de insistir a equivocarme
a la corta o a la larga me hará mucho daño
pues sabiendo muy bien donde estoy fallando
vuelvo a creer en ese iluso engaño.
Será que es mi destino ser frágil en mi vuelo
y dejarme llevar hasta chocar con la falsedad
que se ha vuelto vivir confiando en que lo que quiero
es exactamente, para mí, lo ideal.
Muy bien se que no, que mi futuro es la agonía
por andar jugando al tinmarín de do pingüé
porque quien no sabe lo que quiere no merece lo que tiene
y todo lo que hago se devolverá alguna vez.
Aquí en este reposo esperaré mi momento
cuando el Karma se voltée y regrese hacia mí
para hacerme pagar todo el sufrimiento
que por terca e ingenua he regado por ahí.
Hoy he vuelto a tropesar con esa misma piedra
que es en mi camino, este inmenso amor
el menos indicado para estar en mi vida
pero cuando lo siento muy cerca, no hay nada mejor.
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