Una tarde cualquiera con deseos de escribir. Pensando en este momento de mi vida donde no sé lo que digo, lo que siento, lo que quiero ni lo que hace falta para ser feliz. Con tantas cosas que agradecer que sobrepasan las carencias que marcan mi vida, pero aun así no encuentro la alegría que ando buscando. Sé que el ser tan inconforme deteriora el corazón. Me convierte en una mala agradecida, pero díganme, ¿Qué más puedo hacer?
Aquí veo como la vida se me pasa, extrañando lo pasado. Soñando un mundo que se fue y me cuesta aceptarlo. El tiempo sigue adelante y yo a fuerzas, me retraso. No me dejo llevar por el viento y me opongo a seguir marchando sin recibir lo que añoro a cambio. Simplemente ya estoy cansada de intentar. Por más que doy todo de mí, lo que he vivido ha provocado tanto y cada pisada del dolor ha dejado su huella en mi ser. Lo veo en el espejo, sin embargo, no me quiero arrepentir. Evito hacerlo porque es tarde ya, nada puedo modificar. El daño ya está hecho y eso hace inevitable, el sentirme susceptible, débil y con miedo a lo que pase.
Hastiada de este presente, de que el reloj no me comprenda. Cada minuto a la basura pues todas estas experiencias han sido un desperdicio total. El pasarme los días recordando ocasiona que no pueda construir mi futuro, no me deja armar las piezas del rompecabezas del destino y mucho menos poder superar mi lamentable situación. Decepción tras decepción, ilusiones malgastadas. Es lo que ha sido mi vida desde que llegué al punto donde estoy paralizada. La tristeza se ha estacionado en mi calle y se niega a moverse. Por más que empujo, no logro que se aleje.
Hablan de felicidad, esa cosa tan deseada. Todos la han probado, la han perdido y extrañado. Así es como se siente, en eso consiste vivir sin lo que uno quiere tener justo a su lado. No logro acostumbrarme a este vacío. Otro día que pasa, una tarde más, de sentir el sol ardiente acompañado de la terrible soledad. Parada en mi ventana, tratando de respirar un poco de esperanza más fe en que todo pasará, y que la tranquilidad sustituirá la falta de calma.
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