Era tan lindo tenerle en mi vida,
y en mis pensamientos, siempre al despertar,
todas las expectativas cuando iba a verle,
y ese deseo, de que nunca fuese a acabar.
Cada vez que sonreía todo era perfecto,
no podía sentir mas satisfacción,
el simple hecho de verle más que contento,
brindaba alegría a mi corazón.
Tanta inocencia que mis ojos veían,
solo armonía en mi hermoso vivir,
todas las noches que a Dios le pedía,
que me diera todo para hacerle feliz.
Esa sensación de que nada faltase,
aquel arcoiris con tanto color,
todas esas noches que estrellas contase
comparando con ellas todo mi amor.
Era costumbre que mis sueños rondase,
y en el silencio su nombre escuchar,
vivir juntos como si nada importase,
pensar en él como mi otra mitad.
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