Desde el instante de tu adiós

Y aunque tenga que llorar un millón de veces lo haré hasta que logre desintoxicar mi corazón. Solo quiero sacarte de muy adentro, poder olvidar todo lo que significaste en mi vivir. No te quiero ni en mi memoria, ya que tus recuerdos son un desperdicio de espacio, pensar en ti es tiempo mal gastado y tu amor, un inmenso fracaso.

El transcurso de lo que vivimos fue una lucha constante entre tu bien y el mío, mi felicidad y tu libertad, lo que te convenía y lo que te divertía, la realidad y el fantasear. La relación fue una guerra, quizás la más hermosa de todas; sin embargo, las batallas fueron demasiado fuertes, provocando la derrota.

Los problemas vencieron aquella historia, crearon un final para el más feroz romance que se ha inventado Dios. Me quisiste con rabia, te amé con toda mi perseverancia, lamentablemente eso no bastó. El amor ha terminado, el dolor se ha incrementado y la esperanza ya murió.

Ahora vivo refugiada en el silencio, ocultando lo que siento, del imaginarme junto a ti. Soñando con un mundo en el que pueda estar al lado tuyo, sin importar lo que quieran decir. Sin que nada me afecte, ni siquiera el malicioso pasado que continua estorbando e impidiéndome ser feliz. Le ruego a Dios que si no se puede, por lo menos me haga resignar. Necesito superarlo, de mi vida te alejaste, debo aceptarlo y dejar de quererte cerca de mí. El afán ha sido en vano, nuestro tiempo se acabó, no hay pero que valga desde el instante de tu adiós.