Viajo hacia el mundo de mis añoranzas
entro con temor a lo que me pueda encontrar
es mejor a veces no pensar en nada
por las heridas que el pasado puede ocasionar.
De lo primero que me percato es del otoño
que vivían en aquel planeta lleno de ilusión
esa época que mi corazón tanto anhela
con árboles descubiertos a pesar del frío en su interior.
Más adelante me encuentro con mi infancia
que dulces momentos donde todo era paz
la ingenuidad reinaba en el centro de mi alma
mi única inquietud era que se iba a jugar.
Luego me topo con un uniforme
aquellos años de escuela que nunca voy a olvidar
tantas travesuras e intensas emociones
y buenas amistades que logré cultivar.
A lo lejos diviso un baúl de consejos
me acerco para comprobar si de algo han servido
de polvo cubiertos estaban algunos
por vivir en desuso junto a mi vanidad
mientras que otros estaban exhaustos
de tantas las veces que los debo utilizar.
Sigo mi camino hasta llegar a un mar de recuerdos
que me hicieron muy feliz en algún momento dado
siguen ahí siendo tan eternos
como el deseo de que dejen de apoyarse en mi costado.
Miro en el horizonte un atardecer ya cansado
que oculta los amores que han padecido
intentan alejarse aunque me sigo rehusando
a dejarlos tan fácil, salir del camino.
Miles de girasoles se convierten en besos
que fueron desperdiciados por la terrible equivocación
de brindarlos a quienes nunca lo merecieron
quienes solo han intentaban jugar con el corazón.
Veo un arcoíris que me invita a buscar
y andar por el bosque hasta llegar a su final
a ver si al cruzarlo me encuentro con un duende
que me explique qué es eso a lo que yo llamo suerte.
Camino tanto que me encuentro perdida
en este mi mundo de imaginación
donde nada me importa, nada me hiere
y puedo ser feliz sin ninguna razón.
Es hora de salir de esta vida idealizada
pues de nada ya sirve vivir de fantasías
no obtendré lo que quiero de solo pensarlo
ni construiré mi futuro añorando todo el día.
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